Se trata de una patología poco frecuente. Aunque no se conoce con claridad su origen parece más frecuente en pacientes no circuncidados, con mala higiene, o con antecedentes de infección por el VPH. Las manifestaciones de esta enfermedad van desde una pequeña úlcera que duele y sangra al roce hasta una tumoración dura e indolora que no da sintomatología alguna. Se necesita una biopsia de ésta para confirmar la malignidad o no de la lesión.
Los tipos de cirugía dependen de las características del tumor y van desde únicamente la extirpación de la lesión, hasta penectomía parcial o incluso total: se extirpa el pene por completo realizando en el mismo acto una uretrostomía perineal, que es la creación de una abertura por el periné para poder orinar por ahí. Suele ser necesaria en estos últimos casos además una linfadenectomía pélvica laparoscópica.